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La desertificación es potencialmente el cambio en los ecosistemas más amenazante que impacta sobre los medios de subsistencia de los pobres. La persistente reducción de los servicios del ecosistema que resulta de la desertificación vincula la degradación de la tierra a la pérdida de bienestar humano.
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Capítulo 1, p.4
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Interrelaciones
Los elementos esenciales para una buena vida para la mayoría de los pobladores de las tierras secas tienen su origen en la productividad biológica. Los pobladores de las tierras secas dependen de los servicios de los ecosistemas para satisfacer sus necesidades básicas más que aquellos habitantes de cualquier otro ecosistema. La producción de las cosechas, la ganadería y la producción lechera, el crecimiento de la madera para leña y los materiales de construcción, todos dependen de la productividad de las plantas, la que en las tierras secas está limitada por la disponibilidad de agua. Por lo tanto, es el clima de las tierras secas el que limita las oportunidades viables para los medios de subsistencia. Prácticas como el cultivo intensivo en zonas que no poseen un nivel adecuado de los servicios de apoyo (fertilidad del suelo, nutrientes y abastecimiento de agua) requieren ajustes en las prácticas de manejo o de costosas importaciones de nutrientes y agua (C22.5).
La fluctuación en el suministro de servicios de los ecosistemas es normal, especialmente en las tierras secas, pero una reducción constante en los niveles de todos los servicios a lo largo de un período prolongado es lo que llamamos desertificación.Las grandes variaciones climáticas inter-anuales y de largo plazo causan fluctuaciones en el rendimiento de las cosechas, el forraje, y el agua. Cuando la resiliencia de un ecosistema de las tierras secas está impedida y aquel no vuelve a los niveles previstos de suministro de servicios después de que se elimina el estrés, entonces puede darse una espiral descendente de degradación, en otras palabras, la desertificación. Son muchos mecanismos vinculados a este fenómeno que se han documentado en las tierras secas: pérdida excesiva de suelo, cambio en la composición de la vegetación y reducción en la cubierta vegetal, deterioro de la calidad del agua y reducción de la cantidad disponible, y cambios en el sistema climático regional. En el sector izquierdo de la Gráf. 1.1 se proporciona una descripción esquemática de los caminos que conducen a la desertificación. La intensidad y el impacto de estos mecanismos varían de un sitio a otro y cambian a lo largo del tiempo; dependen del nivel de aridez y de la presión variable ejercida por la actividad humana sobre los recursos de los ecosistemas (C22 Gráf 22.7; SAfMA).
La medición de la persistente reducción de la capacidad de los ecosistemas de proveer servicios, proporciona una forma consistente y operativa de cuantificar la degradación de la tierra y la desertificación.La comunidad internacional, a través de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, acordó definir la desertificación como la degradación de la tierra en las tierras áridas, semiáridas, y subhúmedas secas. A su vez, la degradación de la tierra se defi ne como la reducción persistente de la productividad biológica y económica. Es por lo tanto lógico medir productividad en términos de “todo aquello que los ecosistemas proporcionan que importa para las personas”, es decir los servicios de los ecosistemas.
(Véase la tabla 1.1 para una lista de los servicios clave de los ecosistemas de las tierras secas.) Considerando esto, la degradación se hace cuantifi cable de una manera operacional, puesto que muchos de los servicios de los ecosistemas son mensurables y algunos se monitorean rutinariamente. Además, tal enfoque es consistente, ya que se basa en un fl ujo de servicios para un amplio espectro de personas más que para una gama estrecha de benefi ciarios.(CF2, SAfMA).La capacidad de la población afectada de hacer frente a una situación y la resistencia del ecosistema del cual esta depende, determinan la duración más allá de la cual las consecuencias del deterioro de los servicios se vuelven irreversibles. Los habitantes de las tierras secas han encontrado la manera de hacer frente a períodos de escasez que duran hasta varios años. Sin embargo, períodos signifi cativamente más largos que esto pueden hacer colapsar sus recursos y sus estrategias de adaptación. Su capacidad de hacer frente a una escasez de los servicios por períodos prolongados puede aumentar debido a muchos factores, incluyendo factores demográfi cos, económicos y de política (tales como la capacidad de emigrar a las áreas no afectadas) y el tiempo que haya transcurrido desde el último período de estrés (C6).
Puede ocurrir una espiral descendiente de desertifi cación, pero no es inevitable,como se muestra en el sector derecho de la Gráf. 1.1. Es fundamental entender la interacción de los procesos socioeconómicos y biofísicos específi ca para cada lugar. Algunas explicaciones anteriores de la desertifi cación irreversible pueden tener su origen en dos falacias. Primero, la escala de tiempo a la cual se conducen las evaluaciones de desertifi cación es a menudo demasiado corta, y no se pueden obtener extrapolaciones confi ables a largo plazo. Es importante considerar también los cambios continuos en los procesos de las tierras secas resultantes de factores climáticos y de la intervención humana. En segundo lugar, la escala espacial para evaluaciones es o demasiado grande para captar con efi cacia fenómenos locales o demasiado local para proporcionar una perspectiva regional o mundial. Por ejemplo, las evaluaciones sobre desertifi cación se basan en el análisis de informes nacionales, regionales y continentales de fertilidad del suelo, en modelos de la capacidad de carga, en estudios de parcelas experimentales, en el juicio de expertos y en modelos del balance de nutrientes. Si bien cada uno de estos métodos es en sí mismo adecuado, las conclusiones no se pueden cambiar de escala de tiempo y espacio hacia arriba o hacia abajo (C22.4.1).
La degradación es posible y se la observa en áreas hiperáridas que no se incluyen formalmente dentro de la UNCCD.La zona hiperárida no entra dentro del alcance de la Convención con el argumento de que los desiertos son naturalmente bajos en productividad y no pueden ser desertifi cados aún más. Sin embargo, incluso las áreas hiperáridas tienen niveles de provisión de servicios de los ecosistemas mensurables y albergan una población humana con baja densidad pero importante en cantidad. La desertifi cación se ha observado también en áreas hiperáridas, donde los mecanismos de la degradación son similares a aquellos en otras áreas de tierras secas (C22.4.1).
Los sistemas de aguas continentales, urbanos, cultivados y de otro tipo son partes integrales de las tierras secas y por lo tanto están vinculados de manera fundamental a los procesos de desertifi cación. Existen muchos sistemas que forman parte de las tierras secas y que son esenciales para la viabilidad del sistema en su totalidad y para los medios de subsistencia en las tierras secas. (En la EM, el término “sistema” se utiliza para describir las unidades sobre las que se hacen informes y que se basan en los ecosistemas, pero a un nivel de agregación mucho más alto que el aplicado generalmente a los ecosistemas. El sistema también incluye los elementos sociales y económicos. Por ejemplo, la EM hace referencia a “sistemas de bosque”, “sistemas cultivados”, “sistemas de montaña”, “sistemas urbanos” y así sucesivamente. Los sistemas definidos de esta manera no se excluyen mutuamente, y se permite su superposición espacial o conceptual.)
Tabla 1.1. Servicios Clave del Ecosistema de la Tierra Seca
Particularmente los ecosistemas de agua dulce continentales dentro de tierras secas —ríos, lagos, reservorios, humedales, etc.— con su alto potencial para proporcionar servicios de los ecosistemas son de gran importancia. Las tierras cultivadas son una parte substancial del paisaje de las tierras secas; alrededor del 44% de todos los sistemas cultivados en todo el mundo están situados dentro de tierras secas, especialmente en las áreas subhúmedas secas. (Véase la Gráf. 1.2) La conversión de pastizales en tierras cultivadas, especialmente en las regiones áridas y semiáridas de las tierras secas, conduce a hacer concesiones con respecto a la sostenibilidad a largo plazo de los servicios y a la generación de medios de subsistencia para la población. Aunque los sistemas urbanos ocupan una fracción relativamente pequeña (cerca del 2%) del área de las tierras secas, ellos albergan una proporción importante y en rápido aumento (casi el 45%) de la población de las tierras secas. Fracciones significativas de los sistemas costeros (el 9%) y de los sistemas de montaña (el 33%) están clasificadas como tierras secas, lo que hace destacar la necesidad de un manejo integral de la tierra y del agua que tenga en cuenta las perspectivas de las tierras secas (C26.1.2., C27).
Fuente y ©: EM
Capítulo 1, p.4-6
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Manifestaciones de la Desertificación
Las manifestaciones de la desertificación son evidentes en todas las categorías de los servicios de los ecosistemas: de aprovisionamiento, de regulación, culturales y de apoyo. Algunos de estos servicios se miden o cuantifican de maneras que les son particulares,tales como el alimento, forraje, fibras y agua dulce; otros se pueden inferir o deducir con un análisis cualitativo. Según se indicara anteriormente, los enfoques de manejo que previenen, reducen o revierten estas manifestaciones de la desertificación están disponibles y se los practica (C22.2).
En áreas desertificadas, los habitantes han respondido a la situación de una menor productividad de la tierra ya sea mediante el uso creciente de tierras relativamente marginales (aún no degradadas pero que poseen una productividad más baja) o mediante la conversión de más tierras de pastoreo en tierra cultivada.Dado que por lo general no existen políticas que promueven oportunidades alternativas de subsistencia, la consecuencia es la emigración a áreas no afectadas. Inicialmente es desde las áreas rurales a las urbanas, y luego a lugares en otros países donde existen mayores oportunidades económicas. Estas migraciones a veces exacerban la urbanización irregular y pueden originar conflictos internos y a transfronterizos de tipo social, étnico y político (C22.3.1).
En las tierras secas, la transformación de las tierras de pastoreo y de los sistemas combinados de pastoreo y selvicultura en tierras de cultivo aumenta el riesgo de desertificación, ya sea por la creciente presión sobre las tierras de pastoreo restantes o por el uso de prácticas de cultivo no sostenibles. Aunque las tierras de pastoreo son resilientes bajo las prácticas tradicionales de pastoreo móvil —comúnmente llamado trashumancia— en respuesta a los cambios de estación, la trashumancia reducida en el espacio conduce al sobrepastoreo y a la degradación de las tierras de pastoreo. En todo el mundo, la remoción de la cubierta vegetal de las tierras de pastoreo es el resultado tanto del sobrepastoreo del forraje como de su transformación en sistemas cultivados. La remoción de la cubierta vegetal, cuando se combina con prácticas de manejo de la tierra y el agua no sostenibles en las tierras de pastoreo transformadas, produce erosión del suelo, cambios en estructura de éste y mermas en su fertilidad. Entre los años 1900 y 1950, aproximadamente el 15% de las tierras de pastoreo en tierras secas fue convertido en sistemas cultivados para capitalizar mejor en el servicio de aprovisionamiento de alimento; una conversión algo más rápida tuvo lugar en las últimas cinco décadas durante la Revolución Verde (C22.ES, R6.2.2, C12.2.4).
En muchas áreas semiáridas, existe una transformación progresiva del pastizal en matorral, lo que exacerba la erosión del suelo. Durante la segunda mitad del siglo XIX, la cría comercial de ganado a gran escala se extendió rápidamente por las tierras secas semiáridas de Norte y Sudamérica, Sudáfrica y Australia. Tanto la clase de los herbívoros importados como el tipo de manejo del pastoreo (incluyendo la prevención con fuego) no estaban adaptados a los ecosistemas semiáridos. La perturbación resultante fue por lo tanto un “disparador de la transición”, la cual, combinada con los casos de sequía, llevó a una dominación progresiva de los arbustos sobre los pastos (a veces llamada “usurpación del arbusto”). La transición de una tierra cubierta completamente por pastizales a una cubierta por arbustos dispersos crea mayores superficies de suelo al descubierto, lo que aumenta la velocidad de la escorrentía, dando por resultado una mayor erosión del suelo. (C22.4.1, R6.3.7).
Fuente y ©: EM
Capítulo 1, p.6
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