"La desertificación es potencialmente la mayor amenaza para el medio de vida de las personas pobres planteada por un cambio en los ecosistemas. La merma persistente de los servicios de los ecosistemas que provoca la desertificación permite establecer una relación entre la degradación del suelo de las tierras secas y la pérdida de bienestar humano."
En las tierras secas, la proporción de la población que depende de los servicios de los ecosistemas para cubrir sus necesidades básicas es mayor que en el resto de ecosistemas. De hecho, muchos de los recursos esenciales, como los cultivos, el ganado, la leña y los materiales de construcción dependen del crecimiento de las plantas, que a su vez depende de las condiciones climáticas que determinan la disponibilidad de agua.
Es normal que se produzcan fluctuaciones en los servicios proporcionados por los ecosistemas, especialmente en las tierras secas. Sin embargo, cuando se produce una merma persistente de todos los servicios durante un periodo prolongado podemos hablar de desertificación. Los habitantes de las tierras secas han encontrado maneras de hacer frente a periodos de escasez de hasta varios años; pero si la escasez se prolonga demasiado, llega un momento en que tanto sus recursos como su capacidad de adaptación quedan desbordados, con consecuencias irreversibles. Existen factores demográficos, económicos y políticos (como la posibilidad de migrar a zonas no afectadas) que pueden aumentar su capacidad de resistencia a la escasez de servicios durante periodos prolongados. El tiempo transcurrido desde el último periodo de desgaste también afecta a esta capacidad de resistencia.
Cuando los ecosistemas de las tierras secas pierden la capacidad de recuperación ante un periodo de desgaste, pueden entrar en una espiral de desertificación (Gráfico 1.1). Esta espiral está formada por mecanismos como la erosión desmesurada, cambios en la vegetación, merma en la cantidad y la calidad del agua y cambios en el sistema climático regional. La intensidad y el impacto de estos mecanismos de la desertificación varían según el lugar y cambian con el tiempo en función del grado de aridez y la presión ejercida por el hombre sobre los recursos de los ecosistemas. Los desiertos también pueden seguir degradándose y proporcionar menos servicios; sin embargo, estas zonas hiperáridas no están incluidas en la definición de tierras secas susceptibles de desertificación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD).
Tabla 1.1. Servicios Clave del Ecosistema de la Tierra Seca
Las tierras secas están compuestas por elementos diversos, por ejemplo aguas continentales, poblaciones humanas y tierras de cultivo, que están estrechamente ligados a los procesos de desertificación. Los ecosistemas de agua dulce son especialmente importantes a la hora de mantener los servicios de los ecosistemas en las zonas secas. Prácticamente la mitad de las tierras de cultivo del mundo se encuentran en regiones secas y tienen, por lo tanto, un gran impacto sobre su paisaje. Aunque las ciudades sólo representan una pequeña parte de las zonas secas, albergan a buena parte de su población.
Para entender la desertificación es imprescindible conocer cómo interactúan los diferentes procesos socioeconómicos y biofísicos en un lugar determinado con el paso del tiempo. Podría producirse una espiral de desertificación aunque no es inevitable (Gráfico 1.1). Aunque los métodos de evaluación del alcance de la desertificación utilizados para los diferentes ámbitos geográficos pueden tener sentido por separado, sus conclusiones no pueden extrapolarse a escalas mayores o menores para extraer conclusiones en otros ámbitos. Más…
La desertificación afecta a todas las categorías de servicios de los ecosistemas:
Los efectos se pueden medir de forma directa o indirecta, y existen métodos de gestión para prevenir, minimizar o revertir estos síntomas de la desertificación.
Las personas reaccionan a la desertificación explotando cada vez más las tierras de baja productividad agrícola o transformando los pastos en tierras de cultivo. La población emigra con frecuencia a otras zonas, a las ciudades y al extranjero, ya que por lo general no existen medidas que fomenten modos de vida alternativos. En ocasiones, estas migraciones contribuyen a la expansión urbana descontrolada y pueden provocar problemas sociopolíticos.
La transformación en tierras de cultivo de lo que queda de pastos y tierras secas arboladas, así como el empleo de métodos de cultivo insostenibles, incrementa la presión sobre el ecosistema, ya que provoca erosión y reduce la fertilidad de la tierra y, por lo tanto, aumenta el riesgo de desertificación. El sobrepastoreo está provocando en muchas zonas semiáridas una transformación progresiva de los pastos (tierras cubiertas de hierba en su totalidad) en monte bajo (terreno con arbustos dispersos), que potencia la erosión del suelo al dejar la capa arable expuesta al viento y puede conducir a la desertificación. Más…
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