Salvo cuando la fuente de emisión se localice directamente encima del lugar de almacenamiento, el CO2 deberá ser transportado. Existen varios modos de realizar este transporte.
Las corrientes concentradas de CO2 pueden transportarse de forma segura a través de gasoductos de alta presión. Dichos gasoductos llevan siendo utilizados en EEUU desde el inicio de los años 1970, para la recuperación asistida de petróleo (R.A.P) y actualmente, constituyen el principal método para transportar el CO2. Experiencias realizadas en las pasadas décadas han demostrado la escasez de accidentes y de riesgos asociados con gasoductos convenientemente diseñados.
El CO2 también puede transportarse como líquido, en barcos parecidos a los que transportan el Gas Licuado del Petróleo (GLP).
Técnicamente, el CO2 en su forma líquida también puede ser transportado en camiones o vagones cisterna a través de tanques aislados a baja temperatura y a una presión mucho más baja que en los gaseoductos. Ahora bien, esta opción no es rentable para el transporte de grandes cantidades de CO2. Más en inglés…
El coste del transporte de CO2, ya sea por vía marítima o por gasoductos, depende de la distancia y de la cantidad transportada. En el caso de los gasoductos, los costes son mayores cuando son submarinos o cuando crucen zonas de fuerte densidad de población, montañas o ríos. Las fluctuaciones del precio del acero también tendrían un impacto sobre los costes del transporte por gasoducto. Para una distancia de 250 km, los costes estimados para el transporte por gasoducto oscilan entre 1 y 8 dólares por cada tonelada de CO2.
En cuanto al transporte por vía marítima, los costes dependen de las características del barco como por ejemplo, del volumen de la cisterna. Cuando el transporte por vía marítima es posible, es normalmente más económico que el transporte por gasoducto, para distancias superiores a los 1.000 km y para cantidades de CO2 inferiores a unos cuantos millones de toneladas por año (ver Figura TS.6 [en]). Más en inglés…
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