El bienestar humano depende fundamentalmente del bienestar material, la salud, las buenas relaciones sociales, la seguridad y la libertad. Todos estos factores se ven afectados por los cambios en los servicios de los ecosistemas (véase el recuadro 3.1) y también por la oferta y calidad de capital, tecnología y estructura social. Cuando la oferta de servicios de un ecosistema excede la demanda, un aumento de la oferta tiende a mejorar el bienestar humano sólo de forma marginal. Por el contrario, cuando la oferta de servicio es limitada, una pequeña reducción puede hacer disminuir significativamente el bienestar.
Algunos componentes específicos del bienestar humano estan ligados a los servicios de los ecosistemas (véase el recuadro sobre uniones 3.1). Para más información sobre cada componente haga clic en los siguientes enlaces: Más en inglés…
Materias básicas para una buena vida [en]
Salud [en]
Buenas relaciones sociales [en]
Seguridad [en]
Libertad de elección y de acción [en]
Los servicios de los ecosistemas, y en particular la producción de alimentos, madera y caladeros marinos, contribuyen de forma significativa al empleo y a la actividad económica mundial.
En el año 2000, el valor total de la producción de alimentos fue inferior al 3% del Producto Bruto mundial, pero es una parte mucho mayor que el PIB de los países en vías de desarrollo. Cerca de la mitad de la fuerza de trabajo mundial se empleó en agricultura, pero en países industrializados la tasa del empleo agrícola es mucho menor (por ejemplo, un 2,4% en los Estados Unidos).
La reducción y la degradación de muchos servicios de los ecosistemas representan la pérdida de un capital natural que, sin embargo, no aparece bien reflejada en los indicadores económicos de bienestar habituales como el PIB. Así, un país podría talar todos sus bosques y agotar sus caladeros de pesca, lo que se traduciría únicamente en un incremento positivo de su PIB, a pesar de la pérdida de capital natural.
La degradación de servicios de los ecosistemas causa muchas veces un daño significativo al bienestar humano.
La degradación de los servicios de los ecosistemas podría ser sustancialmente frenada o invertida si en la toma de decisiones se tuviese en cuenta el valor económico completo de tales servicios. Sin embargo, ciertos servicios de los ecosistemas, como la agricultura, a menudo "compiten" con los beneficios que supone mantener una mayor diversidad biológica, y muchos de los pasos que se dan para incrementar la producción requieren la simplificación de sistemas naturales. El nivel de biodiversidad que sobreviva en la Tierra será el resultado no sólo de consideraciones ligadas a la utilidad sino también de aspectos éticos como el valor intrínseco de las especies.
Los efectos de la degradación de los servicios de los ecosistemas en poblaciones ricas a menudo son amortizados porque disponen de instituciones y recursos económicos. No obstante, los impactos físicos o sociales de la degradación de esos servicios pueden cruzar límites. Así, agudiza la pobreza en países en vías de desarrollo, lo que puede afectar a los países industrializados vecinos frenando el crecimiento económico regional y contribuyendo al desencadenamiento de conflictos o al desplazamiento de refugiados. Además, numerosas industrias como la pesca todavía dependen directamente de los servicios de los ecosistemas. La riqueza puede salvaguardar a las poblaciones de algunos de los efectos de la degradación de los ecosistemas, pero no de todos. Por ejemplo, no suelen encontrarse sustitutos a los bienes culturales perdidos.
La contribución relativa de los servicios de los ecosistemas al producto mundial bruto está disminuyendo a medida que reduce la importancia relativa de los sectores tradicionales de recursos naturales. Sin embargo, han aumentado las contribuciones del ecoturismo, de la caza y de la pesca recreativas a la economía y al empleo. Muchos de los beneficios proporcionados por los cada vez más importantes servicios de los ecosistemas como el agua, no son comercializados en los mercados y, por lo tanto, no aparecen en las estadísticas económicas convencionales.
El aumento del comercio muchas veces ha ayudado a satisfacer la demanda creciente de servicios de los ecosistemas como el grano, la pesca o la madera, en regiones en las que la provisión de estos servicios es limitada. Esto reduce presiones en los servicios de los ecosistemas en la región importadora a la vez que las aumenta en la región exportadora. El pescado, por ejemplo, se comercia mucho y aproximadamente el 50% de las exportaciones provienen de países en vías de desarrollo. Esto implica que la demanda creciente en los países industrializados puede satisfacerse aunque se reduzcan las capturas marinas.
Hoy en día, casi la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas, y esta proporción sigue aumentando. Los desarrollos urbanísticos tienen fuertes impactos en los servicios de los ecosistemas, sean estos cercanos o lejanos, por ejemplo cuando generan residuos o afectan a la calidad del aire o del agua.
Para muchas comunidades locales, los aspectos espirituales y culturales de los ecosistemas son tan importantes como los demás servicios. Las personas se benefician de los servicios culturales de los ecosistemas de muchas formas, como el disfrute estético, el recreo, la satisfacción artística y espiritual o el desarrollo intelectual. Más en inglés…
La degradación de los servicios de los ecosistemas supone una barrera importante para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Véase el recuadro sobre los ecosistemas y los Objetivos de Desarrollo del Milenio [en]
Muchas de las regiones que se enfrentan a los mayores retos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio son las que se enfrentan a los mayores problemas ligados al suministro sostenible de servicios de los ecosistemas. Entre otras, se incluyen el África sub-sahariana, Asia Central, partes del Sur y del Sureste Asiático así como ciertas regiones de Centroamérica y Sudamérica. En los últimos 20 años, estas mismas regiones han experimentado algunas de las tasas más altas del mundo de degradación de tierras y bosques.
A pesar del aumento en la producción y el uso de algunos de los servicios de los ecosistemas, los niveles de pobreza permanecen elevados, están aumentando las diferencias sociales y mucha gente sigue sin suministro o acceso a estos servicios.
La degradación de los servicios de los ecosistemas está dañando a mucha de la gente más pobre del mundo y en ocasiones es el principal causante de pobreza. Algunos cambios en los ecosistemas, como el aumento de la producción de alimentos, han ayudado a sacar de la pobreza a cientos de millones de personas, pero estos cambios han dañado a muchas otras comunidades cuyos problemas han sido ignorados.
Los cambios en los ecosistemas suelen producir beneficios para algunas personas y suelen suponer costes para otras que pueden perder el acceso a los recursos como o lo que les ayuda a sobrevivir. La cuestión de quién "gana" y quién "pierde" como resultado del cambio en el ecosistema no ha sido considerada convenientemente en el proceso de toma de decisiones.
A medida que ha crecido la demanda de servicios de los ecosistemas, ha sido principalmente la gente pobre la que ha perdido el acceso a estos. Por ejemplo, cantidades importantes de pescado son capturadas por grandes flotas extranjeras en las aguas del oeste de África sin que se hayan apreciado beneficios locales sustanciales.
Cuando el nivel de bienestar humano disminuye, tiende a aumentar la dependencia inmediata de los servicios de los ecosistemas. De tal modo que la presión adicional resultante puede dañar la capacidad de esos ecosistemas para proporcionar servicios. Todo esto puede crear una espiral descendente de creciente pobreza y degradación de los servicios de los ecosistemas.
Casi 500 millones de personas viven en zonas rurales situadas en ecosistemas áridos. Estas personas tienen el PIB per cápita más bajo y la mayor tasa de mortalidad infantil de todos los tipos de ecosistemas evaluados en este estudio (Véase más en la tabla comparativa 1.1).
En el pasado, el crecimiento de la población era alto en zonas urbanas y allí donde los ecosistemas son muy productivos. Sin embargo, desde los años 90, el crecimiento ha sido más importante en ecosistemas menos productivos como los desiertos o las montañas. La emigración desde estas áreas hacia ciudades o hacia regiones agrícolamente productivas ha ayudado a equilibrar el crecimiento relativo de la población, pero las oportunidades para tal emigración son limitadas en la actualidad. Más en inglés…
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