Los espacios protegidos son un aspecto clave de los programas de conservación, especialmente para los hábitats vulnerables. Sin embargo, no bastan por sí solos para asegurar la conservación de todos los aspectos de la biodiversidad.
Para que los espacios protegidos den buenos resultados, es necesario escoger cuidadosamente el emplazamiento de las zonas protegidas, asegurándose también de que los diferentes tipos de ecosistemas de la zona tengan una representación adecuada. En muchos casos, se catalogan como espacios protegidos zonas geográficas que no cuentan con una gestión planificada, seguida y evaluada de manera adecuada, y cuyo presupuesto para la seguridad y para asegurar el cumplimiento de las normas es insuficiente. Los ecosistemas marinos y de agua dulce están incluso menos protegidos que los terrestres, lo que se traduce en un esfuerzo creciente para aumentar los espacios marinos protegidos. Sin embargo, es difícil asegurar el respeto de los espacios marinos protegidos, ya que buena parte de la superficie oceánica mundial queda fuera de las jurisdicciones nacionales.
Los espacios protegidos pueden provocar un aumento de la pobreza en los casos en los que se priva a comunidades locales rurales de los recursos de los que han dependido tradicionalmente. Sin embargo, los espacios protegidos pueden contribuir a mejorar el sustento de estas personas cuando se gestionan con vistas a beneficiar a la población local, de ahí la importancia de la participación ciudadana tanto en el proceso consultivo como en la planificación territorial.
El impacto del cambio climático sobre los espacios protegidos hará aumentar el riesgo de extinción de determinadas especies y cambiará la naturaleza de los ecosistemas. Algunas de las estrategias preventivas que ayudarán a la biodiversidad de una forma eficaz a adaptarse a unas condiciones cambiantes son los corredores ecológicos y otras soluciones para dotar a los espacios protegidos de una mayor flexibilidad. Más en inglés…
Los incentivos económicos que fomentan la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad parecen bastante prometedores. Sin embargo, es necesario abordar de una forma más realista las contrapartidas que se derivan de elegir entre la biodiversidad, los beneficios económicos o las necesidades sociales.
Enfrentarse a las especies invasoras es una actuación que tendrá cada vez más importancia para la conservación de la biodiversidad. La prevención y la intervención temprana se han revelado como los métodos más eficaces y rentables.
Una vez que se ha introducido una especie invasora, resulta sumamente difícil y costoso combatirla o erradicarla. La utilización de productos químicos, en ocasiones combinada con la eliminación manual (por ejemplo, corte o poda), no parece demasiado eficaz en la erradicación. También se ha probado a combatir biológicamente las especies invasoras, introduciendo otras especies, pero esto puede traer consecuencias inesperadas, como la extinción de otras especies autóctonas. No se ha prestado tanta atención a los aspectos socioeconómicos de la lucha contra las especies invasoras. Más en inglés…
6.4.1 La biodiversidad debe tenerse en cuenta en la gestión de sectores productivos como la agricultura, la pesca y la silvicultura. Sólo así se conseguirá su conservación y uso sostenible.
La agricultura depende directamente de la biodiversidad. Sin embargo, durante las últimas décadas se ha centrado en aumentar al máximo la producción utilizando unas pocas especies relativamente productivas y sin tener en cuenta el importante papel que puede desempeñar la biodiversidad. Algunas prácticas agrícolas pueden contribuir de manera efectiva a la conservación de la biodiversidad. La intensificación sostenible de la producción agrícola, por ejemplo, reduce la extensión de terreno necesario para la agricultura, dejando así un mayor espacio disponible para la conservación de la biodiversidad. Otras prácticas, como la gestión integral de las plagas, determinados tipos de agricultura biológica y la protección de los hábitats de los márgenes de los campos, pueden potenciar sinergias entre la agricultura y la biodiversidad, tanto silvestre como de los cultivos.
La silvicultura sostenible puede ser el método más eficaz para detener la deforestación tropical a nivel local, siempre y cuando tenga en cuenta las necesidades de sustento de los habitantes del lugar. La gestión de los bosques debería centrar sus medidas en la titularidad existente de los terrenos y las aguas a nivel comunitario, y echar mano de instrumentos jurídicos apropiados como la redistribución de la propiedad (para permitir que los bosques queden en manos de pequeños propietarios particulares), la colaboración público-privada, la gestión directa de los bosques por parte de los habitantes del lugar y la colaboración entre las empresas y la comunidad. Para que sean efectivas, dichas medidas deben abordar materias como la educación, la formación, la sanidad y la seguridad. Además, deben estar acompañadas de instrumentos que aseguren su cumplimiento. Más en inglés…
6.4.2 El sector privado puede contribuir de manera significativa a la conservación de la biodiversidad. Muchas empresas, sometidas a la presión de accionistas, clientes y organismos públicos, muestran en la actualidad una mayor responsabilidad corporativa, tanto social como medioambiental, y preparan sus propios planes de actuación en materia de biodiversidad. Es probable que los avances futuros se centren no sólo en el impacto de las empresas sobre la biodiversidad, sino también en los servicios de los ecosistemas, la dependencia de las compañías respecto a estos servicios y una mayor colaboración entre las empresas y las ONG. Más en inglés…
Para fomentar la conservación de la biodiversidad, es necesario contar con organismos sólidos a todos los niveles. Partiendo de la base de que la gestión de la biodiversidad debería producirse a la menor escala posible, en muchas partes del mundo se ha procedido a su descentralización. Sin embargo, es necesario que las administraciones públicas de los diferentes ámbitos se involucren en las leyes y las políticas elaboradas por los gobiernos centrales para reforzar la autoridad en las escalas inferiores de las administraciones. Además, éstas deben estar habilitadas para ofrecer incentivos a la gestión sostenible de los recursos. Ni la centralización absoluta ni la descentralización total de la autoridad resulta siempre en una gestión más eficaz.
En algunos países, los usos y costumbres locales en cuanto a los derechos de propiedad y los ecosistemas son mucho más importantes que la legislación sobre la materia. En esos casos, el conocimiento local, combinado con otros criterios de carácter científico, resulta fundamental a la hora de gestionar los ecosistemas locales.
Muchos de los programas de ajuste estructural de mitades o finales de los años 80 (cuyos objetivos eran la estabilidad económica, el crecimiento sectorial y la reducción de la pobreza), provocaron el deterioro de los servicios de los ecosistemas y una pobreza cada vez mayor en muchos países en desarrollo, según la abundante documentación sobre el periodo. Se necesitan esfuerzos adicionales para que la conservación de la biodiversidad y las actividades que hacen un uso sostenible de ésta queden integradas en grandes marcos decisorios como estos.
La cooperación internacional necesita mayores compromisos para conservar la biodiversidad y fomentar el uso sostenible de los recursos biológicos. De hecho, los acuerdos medioambientales multilaterales deberían incluir incentivos para una máxima eficacia, además de sanciones en el caso de incumplimiento. También se deberían buscar sinergias entre los diferentes acuerdos. Paradójicamente, los acuerdos internacionales que abordan asuntos económicos y políticos (y no estrictamente medioambientales), son los que suelen tener un mayor impacto sobre la biodiversidad. Los acuerdos de este tipo deben tener en cuenta las contrapartidas negativas de las diferentes opciones y los impactos sobre la biodiversidad, y para ello tienen que estar en interrelación con otros acuerdos.
Aunque la pérdida de biodiversidad es un problema mundial reconocido, la mayoría de las medidas directas para detener o frenar esta pérdida deberían adoptarse a nivel local o nacional. Más en inglés…
Existen muchas medidas para mejorar los beneficios que el hombre obtiene de los ecosistemas sin perjuicio para la biodiversidad.
Se ha identificado una serie de factores clave en las medidas que dan buenos resultados en la lucha contra la pérdida de biodiversidad. Por ejemplo: los marcos legales, los recursos financieros, la participación ciudadana y la estrecha colaboración con organismos científicos.
Cuadro 5.1. Key Factors of Successful Responses to Biodiversity Loss [en]
La educación y las campañas divulgativas contribuyen a poner la información y las conclusiones científicas al alcance de la sociedad en su conjunto. Como consecuencia, una ciudadanía bien informada aprecia mejor la conservación de la biodiversidad, lo cual facilita la puesta en marcha de medidas de conservación.
Las actuaciones encaminadas a recuperar ecosistemas son en la actualidad frecuentes en muchos países y se centran en humedales, bosques, prados, estuarios, arrecifes de coral y manglares. Estas actuaciones ganarán en importancia a medida que se degraden más ecosistemas mientras sigue aumentando la demanda de sus servicios. La recuperación es, por lo general, mucho más costosa que la protección del ecosistema original, y muchas veces no es posible conseguir una recuperación total.
Solía pensarse que los proyectos que combinan la conservación con el desarrollo conducían a situaciones en las que todos salen ganando, pero en realidad es más frecuente que desemboquen en conflictos. De hecho, es necesario que se reconozcan las contrapartidas negativas que se derivan de elegir entre la conservación y el desarrollo, y los responsables políticos deben plantear abiertamente las consecuencias de todas las opciones, establecer el nivel aceptable de pérdida de biodiversidad y fomentar la participación de las partes interesadas.
La Convención sobre la Diversidad Biológica (CBD), entre otras, ha desarrollado enfoques ecosistémicos que permiten combinar diferentes medidas que conciernen a los ecosistemas. Dichas medidas pueden tener diferentes marcos temporales y diferentes ámbitos geográficos dentro de una región. Integrar estas medidas en un esquema regional coherente puede poner de manifiesto las posibles sinergias y las contrapartidas negativas que se derivan necesariamente al optar por una opción en detrimento de otra.
Cuando se trata de elegir entre la conservación de un lugar determinado y otros usos, debería tenerse en cuenta los beneficios que proporcionan los servicios de los ecosistemas, así como el coste económico, social y medioambiental total de los usos propuestos. Más en inglés…
Si se quiere proteger con más eficacia la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas, debe hacerse frente a una serie de generadores de cambio directos e indirectos.
Las posibles medidas son:
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