La oferta y la demanda de dendroenergía se verán afectadas de distinto modo por diversos factores entre los países desarrollados y en desarrollo. Por lo general, la medida en la que la silvicultura contribuirá a la futura producción energética dependerá de:
La evolución de la dendroenergía depende en gran medida de la eficacia de las políticas diseñadas para fomentar su uso y en el modo de aplicación de las mismas. Los elevados precios de los combustibles fósiles son un incentivo para el desarrollo de los biocombustibles, pero si los precios son demasiado bajos, es decir, si las reservas de carbón son abundantes, la demanda de biocombustibles sólo aumentará si las políticas se aplican adecuadamente. En los países donde las políticas locales no logran desviar el interés de los combustibles fósiles, los mercados de exportación podrían desempeñar un papel clave en el desarrollo bioenergético.
Los aspectos ecológicos, económicos y sociales de la producción de dendroenergía también serán importantes. Por ejemplo, los temas relacionados con el cambio climático y la eficacia energética influenciarán la medida en la que los productos forestales contribuyen a la generación de energía, así como los factores regionales relacionados con la localización del suministro, la infraestructura, las condiciones de cultivo y la disponibilidad de mano de obra.
En muchas zonas del mundo, las inversiones en la ampliación de plantaciones para la producción de bioenergía pueden verse dificultadas por factores tales como las disputas por la tierra, el riesgo de expropiación, una gobernanza ineficaz, etc.
A menudo, las inversiones en bioenergía dependen de las subvenciones y los avances tecnológicos. Los países en desarrollo con presupuestos limitados deben tener especial cuidado a la hora de evaluar los riesgos y los beneficios de invertir en bioenergía. El Protocolo de Kyoto ofrece incentivos por establecer plantaciones energéticas y financiar el uso sostenible de los biocombustibles, y facilita la transmisión de tecnología a los países en desarrollo. Más en inglés…
La dendroenergía se encuentra entre las fuentes más eficaces de bioenergía en cuanto a cantidad de energía liberada por unidad de carbono emitida. Cuando se produce con tecnología eficiente, ya puede competir con los combustibles fósiles. Además, puede ayudar a países con grandes zonas forestales a incrementar su seguridad energética. Las dos fuentes principales de dendroenergía son las plantaciones forestales y los residuos forestales. Más en inglés…
4.2.1 Es posible generar mucha energía a partir de la biomasa desechada en las operaciones forestales. De hecho, sólo una pequeña proporción de los árboles talados se convierte en productos comerciables. En algunos países, la energía que podría generarse a partir del excedente total de residuos forestales desechados por fábricas y después de la cosecha podría superar la demanda nacional de energía. Además, podrían utilizarse métodos eficaces de cosecha y transporte para recoger los residuos forestales que se han dejado tras la cosecha en bosques tropicales, a fin de reducir aún más el coste y las repercusiones medioambientales de la generación de electricidad a partir de residuos forestales, en especial en países en desarrollo. Sin embargo, se debe tener cuidado de dejar una cantidad adecuada de residuos en el suelo, ya que son necesarios para mantener la tierra y los ecosistemas en buenas condiciones.
Las repercusiones sociales y medioambientales de las plantaciones de cultivos energéticos, que necesitan tierra para crecer, podrían evitarse generando biocombustibles a partir de residuos agrícolas y forestales. Aun así, es probable que el número de plantaciones aumente, entre otras causas debido a que se espera que la cantidad de residuos forestales disponibles se reduzca en los próximos años por la disminución de la cubierta forestal. Más en inglés…
4.2.2 Las plantaciones forestales se han utilizado durante mucho tiempo para producir madera con fines energéticos, especialmente para el consumo local, a pequeña escala. En las zonas templadas, existen ciertas especies de árboles de crecimiento rápido adecuadas para plantaciones energéticas. En Brasil, donde la producción a gran escala de dendroenergía se ha estado investigando durante décadas, las plantaciones forestales se han utilizado para generar calor y electricidad para la industria del acero, la alimentaria y la de las bebidas entre otras. Unas políticas coherentes y claramente formuladas pueden ayudar a contrarrestar los inconvenientes culturales, económicos y medioambientales que dimanan de las crecientes inversiones en plantaciones forestales. Para que las plantaciones sean económicamente viables, es fundamental que la productividad sea alta, las cosechas eficaces y la logística de calidad.
La ventaja de generar energía a partir de los árboles, en contraposición a los cultivos agrícolas, es que no es necesario talarlos anualmente, la tala se puede posponer si bajan los precios de mercado y los productos pueden satisfacer un amplio abanico de usos finales. Más en inglés…
4.2.3 Las especies de árboles menos utilizadas que carecen de valor para la industria de la madera también podrían utilizarse para producir energía junto con los bosques secundarios. Con una ordenación adecuada, dichas fuentes de madera podrían llevar a un aumento de los ingresos y a una mejora de la gestión sostenible de bosques. Más en inglés…
4.2.4 Es probable que las operaciones forestales existentes suministren la mayor parte de la madera utilizada en la producción de bioenergía futura. Esta situación podría cambiar si se dispusiera de tecnologías económicamente competitivas para la producción de biocombustibles de segunda generación. Los avances tecnológicos también podrían aumentar la eficacia de la generación de combustibles de madera y proveer cantidades importantes de dendroenergía en todo el mundo. A escala mundial, se espera que la demanda de dendroenergía aumente. En consecuencia, la demanda de biomasa será superior a la oferta en muchas regiones, sobre todo si las industrias de procesamiento de madera compiten con el sector bioenergético por la biomasa. Más en inglés…
Respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero los estudios calculan que la cantidad emitida durante la producción, procesamiento, transporte y uso de biocombustibles líquidos de segunda generación derivados de cultivos y de residuos forestales y agrícolas sería entre un 75 y un 85% menos que la de los combustibles utilizados en los motores de petróleo. Los biocombustibles líquidos de segunda generación tienen incluso el potencial para capturar más carbono del que liberan.
Cada tipo de biocombustible provee distintos grados de mejora de la eficiencia en comparación con el uso de los combustibles fósiles. Por ejemplo, el uso de bioetanol obtenido a partir de lamadera multiplicaría la eficiencia energética hasta cuatro veces, mientras que el etanol derivado del maíz sólo aporta una ligera mejora. Los mayores descensos de emisiones de gases de efecto invernadero se obtienen a partir de a la conversión de plantas enteras en biocombustibles líquidos (de biomasa a líquido).
En cuanto a la competitividad de mercado, la caña de azúcar es la materia prima agrícola más atractiva económicamente para obtener biocombustibles líquidos, por delante de los cultivos de maíz y otros cereales y de las semillas oleaginosas, así como del petróleo. Actualmente, los costes de producir biocombustibles líquidos de segunda generación como el etanol derivado de la celulosa son más altos que los costes de biocombustibles derivados de cereales. Sin embargo, el potencial para reducir costes de producción en el futuro parece ser mucho mayor para dichos biocombustibles líquidos de segunda generación y, para 2030, podrían competir con la caña de azúcar.
Si se desarrollara un proceso de producción de biocombustibles líquidos de segunda generación económicamente viable, la biomasa forestal podría pasar a utilizarse de un modo generalizado en el sector del transporte, en especial en países desarrollados donde probablemente se localizaría la mayor demanda. Más en inglés…
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