Contexto - Cuando se determina que una sustancia química es peligrosa, es necesario buscar una alternativa. Sin embargo, encontrar una opción técnicamente equivalente pero más segura no es fácil.
¿Qué retos plantea este proceso de sustitución?
Este es un resumen fiel del informe publicado en 2016 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): " Synthesis Report from the OECD Workshop on Alternatives Assessment and
Substitution of Harmful
Chemicals
Cuando se determina que una sustancia química es peligrosa, es necesario buscar una alternativa para los productos y aplicaciones que la utilizan. Este proceso no es fácil, ya que es importante encontrar una sustancia química o tecnología alternativas que resulten más seguras que las originales. En mayo de 2015, la OCDE convocó a un grupo de expertos para que identificaran las lagunas existentes en cuanto a herramientas, orientación e investigación, con el fin de apoyar a los actores de la evaluación de alternativas y la sustitución de sustancias químicas peligrosas.
La sustitución de sustancias químicas peligrosas ya forma parte tanto de las estrategias actuales de reducción de riesgos para la salud humana y el medio ambiente como de la política de desarrollo sostenible de la industria.
Sin embargo, encontrar alternativas adecuadas a las sustancias químicas preocupantes no es tarea fácil. Las alternativas deberían ser más seguras, tener menor potencial de riesgo y peligro pero prestaciones similares a las de sus homólogos y ser económicamente viables y sostenibles. La sustitución de sustancias químicas va también más allá de encontrar una alternativa exacta, y puede implicar cambios en los sistemas, materiales o procesos.
Por otra parte, el concepto de sustitución se integra cada vez más en las medidas normativas y reglamentarias de gestión de las sustancias químicas preocupantes. Por ejemplo, la sustitución se ha convertido en un elemento central del reglamento REACH de la Unión Europea y, en EE. UU., la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) ha adoptado una política de fomento del uso de sustancias químicas más seguras.
Los expertos han identificado varios posibles obstáculos:
Los dos principales motores identificados por los expertos son:
En las últimas décadas, los gobiernos, la industria y las ONG han introducido varias medidas para apoyar el desarrollo y uso de sustancias químicas alternativas.
Se pueden extraer gran cantidad de conocimientos y competencias de las evaluaciones de alternativas y casos de sustitución pasados, y ya hay iniciativas en curso para reunir y compilar esta experiencia práctica. Este el objetivo de la herramienta SAAT de la OCDE, la primera recopilación de este tipo, que incluye una cartera de recursos sobre sustitución de sustancias químicas y evaluaciones de alternativas, así como consejos prácticos para su realización.
Otro valioso recurso es el programa REACH de la Unión Europea: uno de los mayores análisis de alternativas del mundo, que además ha demostrado que la sustitución es posible. Muchas industrias obligadas a registrar las sustancias químicas que utilizan ya han adoptado alternativas a aquellas identificadas como problemáticas o afirman estar en fase de transición.
En el proceso de sustitución hay tres elementos que plantean especiales dificultades:
Una posible forma de simplificar el proceso sería desarrollar un conjunto mínimo de atributos que las empresas, en concreto las PYME, pudieran administrar fácilmente.
El uso de las herramientas disponibles permitiría tomar decisiones bien fundamentadas sobre las alternativas, al adoptar un enfoque global de la evaluación de productos que abarque la divulgación de ingredientes, el análisis del peligro, el cálculo de la exposición y la valoración del ciclo de vida completo.
Un breve cuestionario ayudaría a determinar si la evaluación de alternativas se ha realizado correctamente y con “éxito” o si sigue habiendo deficiencias en algunas áreas. Dado que el proceso de evaluación es complejo y existe el riesgo de arrepentirse de la sustitución si la sustancia alternativa acaba siendo más peligrosa que la original, se corre el peligro de perderse en innumerables análisis en lugar de pasar a la acción tras haber encontrado una alternativa adecuada.
Asimismo, un compendio de las mejores prácticas basado en el análisis de casos concretos y prácticas actuales comunes ayudaría a compensar los peligros y riesgos.
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