Contexto - En los últimos años ha habido mucha controversia en torno a los posibles efectos de los plaguicidas neonicotinoides en las abejas melíferas.
¿Afectan estos plaguicidas a otros componentes de los ecosistemas y a los servicios que estos prestan?
Este es un resumen fiel del informe publicado en 2015 por European Academies' Science Advisory Council (EASAC): "Ecosystem services, agriculture and neonicotinoids
La polinización es solo uno de los valiosos servicios que los ecosistemas proporcionan a la agricultura y la sociedad. Por este motivo, el Consejo Asesor Científico de las Academias Europeas (EASAC, por sus siglas en inglés) decidió llevar a cabo un estudio sobre los neonicotinoides que no solo contemplara sus efectos sobre las abejas melíferas, sino que también abordara desde una perspectiva más amplia sus interacciones con la agricultura y los servicios ecosistémicos. Este estudio no solo ha examinado los recursos científicos a disposición de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), sino también más de 100 nuevos estudios revisados por pares, publicados con posterioridad al informe de la EFSA de 2012.
En los últimos años ha habido mucha controversia en torno a los posibles efectos de los plaguicidas neonicotinoides en las abejas melíferas. A la luz de las pruebas disponibles, la Comisión Europea limitó el uso de algunos de ellos en 2013.
Una de las principales funciones que realizan las abejas es la polinización de cultivos, lo cual es fundamental para la agricultura, ya que hasta el 75 % de los cultivos comercializados en el mercado mundial dependen en mayor o menor medida de los polinizadores. Pero los ecosistemas proporcionan muchos otros servicios importantes para el funcionamiento de la agricultura. Este informe examina los posibles efectos de los neonicotinoides en esos otros servicios medioambientales.
La naturaleza proporciona numerosos recursos a la humanidad, tales como alimentos, fibras, agua potable, suelos sanos y captura de carbono, y nuestro bienestar depende totalmente del flujo continuo de estos “servicios ecosistémicos”.
El término “servicios ecosistémicos” engloba los diversos recursos procedentes de los ecosistemas, ya sean en estado natural o controlados y modificados activamente por el hombre. Estos servicios contribuyen en gran medida al bienestar económico de todas las sociedades.
En comparación con los ecosistemas naturales, los ecosistemas agrícolas son más simples y están sometidos a un mayor control, pero su funcionamiento es básicamente el mismo y también dependen de varios de los servicios que presta la naturaleza. Estos servicios ecosistémicos clave son la polinización, el control natural de plagas, y el mantenimiento de la fertilidad de los suelos y la biodiversidad de las tierras de cultivo y los hábitats que la sustentan.
Los estudios sobre las abejas melíferas manejadas en toda Europa durante el período de 1985 a 2005 muestran que el número de colonias ha aumentado en 26 países (llegando incluso a duplicarse) y disminuido (hasta un 47 %) en 15. Proteger a las abejas melíferas no basta para preservar los servicios de polinización y otros servicios ecosistémicos. Respecto a las abejas silvestres, otros polinizadores (como los abejorros, las mariposas y las polillas), los insectos que contribuyen al control natural de plagas y los indicadores de biodiversidad (como las aves de tierras de labranza), en las últimas décadas se ha producido una disminución considerable de todos ellos. Hasta ahora, una de las causas claramente identificadas de la disminución de las abejas es el ácaro ectoparásito Varroa destructor, una especie invasora procedente de Asia que ha contribuido a la desaparición de la mayoría de las colonias de abejas melíferas silvestres de Europa. Otra especie invasora que ataca a las abejas, afectando a su aparato digestivo, es el hongo patógeno Nosema ceranae. Estas enfermedades no son necesariamente causas independientes, ya que la posibilidad de que las abejas se vuelvan más vulnerables a las infecciones por efecto de los plaguicidas es un posible factor de confusión, y otros factores distintos de los neonicotinoides también pueden contribuir significativamente a la disminución observada.
Los neonicotinoides son neurotoxinas diseñadas específicamente para actuar sobre los insectos, provocando parálisis y la muerte. La mayoría de los neonicotinoides son mucho menos tóxicos para los mamíferos que para los insectos, pero afectan a organismos a los que no van dirigidos: tanto invertebrados como vertebrados, y con independencia de si se encuentran en el campo o en sus lindes, en el suelo o en el medio acuático.
Se considera poco probable que el uso actual de los neonicotinoides mate directamente a las abejas, pero puede ser perjudicial para ellas y reducir su supervivencia, además de afectar a otros organismos, desde aves a microorganismos del suelo. Por este motivo, la Comisión Europea limitó el uso de tres neonicotinoides en el tratamiento de las semillas, en su aplicación al suelo (gránulos) y en el tratamiento foliar de cultivos que resultan atractivos para las abejas, y prohibió por completo su uso con fines no profesionales. Los estudios de la industria sostienen que su retirada podría tener graves consecuencias para la economía y la seguridad alimentaria.
La directiva marco de la UE sobre el uso de plaguicidas se fundamenta en el uso sostenible de los mismos, principio por el que debería regirse también la utilización de los neonicotinoides.
Los insecticidas neonicotinoides plantean varias cuestiones que el sistema normativo no abordó adecuadamente en un principio o no ha resuelto todavía:
Una fuente de conflictos entre los actores del proceso normativo es la conciliación de las pruebas disponibles con la incertidumbre permanente de los conocimientos de acuerdo con el principio de cautela. Esto lleva a preguntarse hasta qué punto el uso generalizado de los neonicotinoides es compatible con los objetivos de la agricultura sostenible, cuestión que debe examinarse con más detenimiento.
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