Contexto - La enfermedad de Lyme se transmite a los humanos por la picadura de garrapatas infectadas.
La infección puede tener una variedad de síntomas y ser difícil de diagnosticar. ¿Cuál es el tratamiento?
Este es un resumen fiel del informe publicado en 2015 por Belgian Federal Public Service for Health (BFPSH): "
Esta monografía sobre la denominada enfermedad de Lyme, o más concretamente borreliosis de Lyme, fue elaborada por un grupo de expertos belgas y posteriormente revisada por varios comités especializados para garantizar la precisión de los datos.
El agente causal de la enfermedad de Lyme, la Borrelia burgdorferi, se transmite a los seres humanos a través de la picadura de garrapatas infectadas. Si bien las garrapatas pueden picar a las personas en casi cualquier fase de su ciclo vital (larva, ninfa o adulta), las ninfas parecen ser el principal vector de la enfermedad. Estas son más pequeñas que las garrapatas adultas (menos de 2 mm de diámetro) y, por lo tanto, pasan inadvertidas más fácilmente. Su período de mayor actividad se produce en verano y a principios de otoño.
Realizar actividades al aire libre aumenta el riesgo de infección por B. burgdorferi. El riesgo de transmisión también se ve afectado por otros factores, como el tiempo que la garrapata permanece adherida a la piel del huésped (la transmisión es más probable a partir de 24-48 horas), la densidad de garrapatas en la zona y el porcentaje de portadoras de la B. burgdorferi (la media en Europa es del 14 %, aunque hay importantes variaciones regionales), las condiciones meteorológicas, la vegetación de la zona y el tipo de actividades que el huésped realiza al aire libre.
Los expertos recomiendan las siguientes precauciones generales para quienes realicen actividades al aire libre, especialmente en verano y a principios de otoño:
En los dos días siguientes a la picadura suele aparecer una erupción cutánea con picazón y bordes poco definidos, de menos de 5 cm de diámetro. Esta erupción no es un signo de borreliosis, sino una reacción normal de hipersensibilidad o inflamatoria a la picadura. La lesión debería desaparecer de forma natural en dos o tres días. Como norma general, se recomienda a los pacientes que controlen la evolución de la zona afectada.
Una erupción que persiste más de 4-5 días puede ser un síntoma de borreliosis. Sin embargo, es importante que los pacientes entiendan que este tipo de lesiones también pueden deberse a otras infecciones bacterianas causadas por la picadura o la extracción de la garrapata.
Es preciso señalar que una parte importante de los individuos expuestos a la B. burgdorferi no presentan nunca manifestaciones clínicas de borreliosis. No obstante, incluso en los casos sin síntomas, la exposición a la B. burgdorferi estimula la producción de anticuerpos específicos para la bacteria, lo cual explica que se hayan detectado estos anticuerpos en un número considerable de pacientes asintomáticos.
La borreliosis de Lyme se asocia con diversos síntomas que pueden dividirse en las siguientes tres categorías:
Borreliosis de Lyme y embarazo: La borreliosis de Lyme no se transmite de la madre al feto, ya que no es transmisible entre humanos. Los temores suscitados por publicaciones antiguas sobre la borreliosis de Lyme y sus consecuencias para el embarazo parecen haber sido infundados: no hay una relación clara entre la enfermedad y el parto prematuro, la muerte fetal ni los defectos congénitos.
Existen pacientes con un historial documentado de enfermedad de Lyme que recibieron un tratamiento adecuado al inicio de la afección y sin embargo presentan síntomas inespecíficos persistentes (durante más de 6 meses). Algunos de estos síntomas son fatiga, dolor musculoesquelético migratorio y recurrente, deterioro de la memoria y/o la concentración, y migrañas. Esta afección se denomina a veces síndrome postratamiento de la enfermedad de Lyme, un diagnóstico no exento de polémica, hasta el punto de que existe un debate abierto en la comunidad científica sobre su existencia misma. Los detractores sostienen, por ejemplo, que algunos pacientes con historial de borreliosis de Lyme pueden haber recibido un diagnóstico erróneo (es decir, puede que no todas las personas que dicen presentar tales síntomas hayan padecido realmente la enfermedad). También señalan que no hay pruebas de que estos síntomas sean más frecuentes en los enfermos de borreliosis que en la población general.
Independientemente de sus síntomas concretos, todos los enfermos de borreliosis de Lyme deben recibir tratamiento dirigido con antibióticos. Estos regímenes de antibióticos emplean principalmente doxiciclina o una combinación de ceftriaxona y derivados de la penicilina. A día de hoy no se han detectado cepas de Borrelia resistentes a los antibióticos. La presencia de anticuerpos específicos de -B. burgdorferi en el torrente sanguíneo de pacientes que no presentan ningún síntoma clínico de borreliosis puede deberse a una infección anterior por Borrelia o a una reacción cruzada entre anticuerpos (es decir, un falso positivo). En tales casos no debe administrase tratamiento, con el fin de evitar una exposición innecesaria a los antibióticos.
Si el tratamiento antibiótico adecuado no lleva a una mejora considerable o total del paciente (la preocupación más común), es necesario replantear el diagnóstico. No se recomienda prolongar el tratamiento ni ampliar el régimen de antibióticos, ya que la eficacia de estas medidas no se ha demostrado y parece que podrían exponer innecesariamente al paciente a antibióticos adicionales.
Las mujeres embarazadas también deben ser tratadas con antibióticos adecuados.
La artritis por enfermedad de Lyme que dura más de dos meses tras un tratamiento completo se denomina artritis de Lyme resistente a los antibióticos y apenas se observa en Europa. En estos casos se deben evitar los antibióticos. Sin embargo, la respuesta a los antiinflamatorios no esteroideos y los corticoides suele ser positiva.
Actualmente, los especialistas belgas desaconsejan la profilaxis con antibióticos como respuesta a las picaduras de garrapatas. Sin embargo, se recomienda a quienes sepan o sospechen que han sufrido una picadura que acudan a un médico para que la examine durante el mes siguiente. Los profesionales de la salud deben comprobar si la zona alrededor de la picadura presenta eritema migratorio, el síntoma más común de la borreliosis.
El diagnóstico de la enfermedad de Lyme puede ser clínico (basado en la presentación de síntomas concretos) o serológico (basado en análisis de sangre). La serología es el método preferido y, en la mayoría de los casos, la única opción de diagnóstico disponible. Asimismo, para diagnosticar la borreliosis con rapidez, los médicos deben ser capaces de reconocer y distinguir entre las diversas manifestaciones de la enfermedad descritas anteriormente.
Las pruebas de diagnóstico pueden dividirse en varias categorías generales, tales como:
Existen otras pruebas de laboratorio disponibles para la borreliosis de Lyme, pero todavía están pendientes de aprobación. Una de las más prometedoras se basa en la PCR para la detección de ADN bacteriano, aunque esta técnica solo es lo bastante sensible en pacientes que presentan síntomas cutáneos o articulares.
Cabe señalar que las pruebas serológicas para la B. burgdorferi no son eficaces si no existen síntomas clínicos específicos, como dolor o fatiga persistente.
La detección de anticuerpos específicos (IgG, IgM) asociados con la borreliosis de Lyme no indica la presencia de la enfermedad activa, a menos que el paciente presente además algunos de los síntomas descritos anteriormente. Esto se debe a que los anticuerpos específicos de la borreliosis de Lyme permanecen en la sangre durante un tiempo considerable, incluso en pacientes que han recibido un tratamiento adecuado con antibióticos. Por lo tanto, una prueba inmunológica positiva en un paciente asintomático no se considera suficiente justificación para el tratamiento con antibióticos.
Los pacientes deben entender que la capacidad de neutralización de los anticuerpos IgG de B. burgdorferi es limitada, por lo que su presencia no basta para prevenir la reinfección. Estas reinfecciones suelen manifestarse en forma de eritema migratorio.
Se han observado casos de borreliosis de Lyme por todo el país, aunque su incidencia varía en función de la región y del año. Por ejemplo, los casos registrados en la costa belga son escasos, pero su prevalencia es mayor en otras regiones. Las tasas de infección son ligeramente superiores en los hombres, posiblemente porque estos son más propensos a realizar actividades profesionales o de ocio al aire libre.
El número de casos de borreliosis en Bélgica se ha mantenido estable desde hace 10 años, según indican tres investigaciones independientes. Entre 1999 y 2010 (últimos datos disponibles) se hospitalizó anualmente a una media de 1000 personas por enfermedad de Lyme. A principios de la década se observó un aumento de las hospitalizaciones, probablemente como consecuencia de la creciente modernización y disponibilidad de las pruebas de diagnóstico para la borreliosis de Lyme.
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